Las supuestas desventajas de compartir el útero con un hombre

Un estudio con casi 14.000 mellizos sugiere que las niñas expuestas a la testosterona de sus hermanos tienen un 15% más de probabilidades de abandonar el instituto y un 9% menos de ingresos económicos

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Agencias

Hay dos libros que resumen uno de los debates científicos más apasionantes de los últimos años. Son Testosterona. La molécula detrás del poder, el sexo y el deseo de ganar, escrito por el neurocientífico estadounidense Joe Herbert, y Testosterona Rex. Mitos sobre sexo, ciencia y sociedad, de la psicóloga británica Cordelia Fine. Sus títulos no engañan: defienden básicamente lo contrario.

En ambos libros, la protagonista es la testosterona. Si el agua son dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno (H2O), la molécula bautizada testosterona son 19 átomos de carbono, 28 de hidrógeno y dos de oxígeno (C19H28O2). Su fábrica principal se encuentra en los testículos, esos órganos con forma de huevo y apenas 20 gramos de peso. “Se puede decir que la testosterona es la molécula que ha escrito la historia. Está detrás de nuestras guerras, de nuestra competición por la riqueza y los recursos y, sobre todo, de nuestro impulso por reproducirnos”, afirma en su libro Herbert, profesor de la Universidad de Cambridge.

La testosterona es una hormona extremadamente antigua. Su origen se remonta a los primeros animales vertebrados. La producen aves, peces, reptiles y mamíferos. “La testosterona hace tres cosas importantes para un hombre adulto. Permite que sea fértil. También hace que le crezcan la barba, el pelo y los músculos, que aumentan su atractivo sexual y lo preparan para la vida arriesgada y competitiva de un adulto. Y actúa en su cerebro, no solo para que se interese por el sexo y lo busque, sino que le otorga las cualidades psicológicas y emocionales que ayudan a que esa empresa tenga éxito”, escribe Herbert. Esa supuesta tendencia a asumir riesgos ayudaría a explicar los éxitos y los fracasos. El 92% de los reclusos en las prisiones españolas son del sexo masculino. También en España, el 23% de los hombres abandona prematuramente la educación, frente al 15% de las mujeres.

La psicóloga Cordelia Fine, de la Universidad de Melbourne (Australia), rechaza esta visión clásica de un comportamiento innato guiado por la testosterona y pone el foco en otros factores, como la educación y las tradiciones machistas. “Nuestro sexo no nos impone un cerebro masculino o femenino, ni una naturaleza masculina o femenina. No existen las características esencialmente masculinas o femeninas, ni siquiera cuando se trata del gusto por el riesgo o por la competitividad, esos rasgos que se alegan con tanta frecuencia para explicar por qué los hombres tienen más posibilidades de destacar”, sostiene Fine en Testosterona Rex.

Menos matrimonios

Un nuevo trabajo publicado hoy en la prestigiosa revista PNAS echa gasolina al debate. Los científicos han investigado a los 13.700 hermanos mellizos nacidos en Noruega entre 1967 y 1978. Su estudio muestra que las niñas que compartieron útero con un hermano varón —y que por lo tanto estuvieron presuntamente más expuestas a la testosterona— tenían un 15% menos de probabilidades de acabar el instituto, un 4% menos de terminar los estudios universitarios, un 12% menos de estar casadas al cumplir los 32 años, una fertilidad un 6% menor y casi un 9% menos de ingresos económicos a lo largo de su vida, comparadas con las niñas que compartieron útero con otra hermana. Los autores, entre ellos la economista Aline Bütifoker, apuntan a la testosterona para explicar estos efectos socioeconómicos.

“Hay dos limitaciones en nuestro estudio. La primera es que no medimos directamente la testosterona prenatal, porque eso sería muy invasivo y plantearía graves problemas éticos. La segunda es que no podemos asegurar que estos efectos sean iguales en todas las culturas”, admite Bütifoker, de la Escuela Noruega de Economía, en Bergen. “No podemos saber si los efectos a largo plazo que observamos se deben a efectos biológicos directos de la exposición a la testosterona o a efectos sociales indirectos. Por ejemplo, debidos a que la sociedad trate de manera diferente a una mujer con género no conforme”, añade Krzysztof Karbownik, coautor de la investigación y economista de la Universidad Emory, en Atlanta (EE UU).

Es la primera vez que un estudio analiza a tantos hermanos mellizos durante tanto tiempo, según destaca Karbownik. Otra de las fortalezas del trabajo es que incluye a unas 600 mellizas cuyos hermanos murieron en el primer año de vida. Los resultados socioeconómicos observados en estas mujeres son similares a los del resto de mellizas, lo que descartaría, según los autores, que el efecto se deba a crecer junto a un hermano varón. “Nuestro estudio apoya con mucha fuerza que solo es importante el canal prenatal [la exposición a testosterona durante el embarazo]”, subraya Karbownik.

El autor de Testosterona. La molécula detrás del poder, el sexo y el deseo de ganar (Oxford University Press, 2015) aplaude el nuevo estudio, aunque es cauto. “Hay muchas pruebas de que la exposición a la testosterona en el útero tiene consecuencias drásticas para el comportamiento posterior, pero esta investigación no suma más pruebas, sino que es consistente con ellas”, matiza Herbert. En su libro, el neurocientífico cita “experimentos de la naturaleza”, como la hiperplasia suprarrenal congénita, un trastorno genético que provoca un aumento de la producción de testosterona en las niñas. “Juegan más como niños, por ejemplo con camiones y pistolas. Y son más agresivas que las niñas no afectadas”, expone el profesor de Cambridge.

La autora de Testosterona Rex. Mitos sobre sexo, ciencia y sociedad (Paidós, 2018) es más escéptica y dirige su atención a otro resultado del estudio noruego: las mujeres que compartieron el útero de su madre con un hermano varón y llegaron a la universidad no prefirieron las carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, tradicionalmente copadas por hombres. “Si es correcta la suposición de que existe una transferencia prenatal de testosterona a las mujeres con un mellizo varón, esto parecería contradecir las afirmaciones de que las diferencias de exposición prenatal a la testosterona contribuyen a la brecha de género en las carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas”, argumenta Cordelia Fine. El debate sobre la verdadera importancia de la molécula C19H28O2 sigue abierto.