¿Puede querer un lobo a un humano tanto como lo hace un perro?

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Uno de los motivos de la abundante presencia de perros en la sociedad humana es que muestran apego hacia sus dueños. Sin embargo, el origen de la capacidad de los perros para forjar estos lazos sociales con humanos no ha estado claro.

Para aclarar dicho origen no basta con observar más minuciosamente el comportamiento de los perros. Aunque se acepta ampliamente que el antepasado común del perro y del lobo gris fue con toda probabilidad una especie altamente social, lo cual tuvo un papel importante durante la domesticación que desembocó en la aparición del perro como tal, no se sabía nada sobre el origen evolutivo del apego entre perro y humano.

Ese desconocimiento puede que ahora se resuelva, ya que una nueva investigación, centrada en el pariente evolutivo vivo más cercano del perro, el lobo gris, ha permitido obtener de manera indirecta datos nuevos y reveladores acerca de cómo el sistema social del antepasado común pudo afectar al proceso inicial de domesticación del perro.

El vínculo social entre el perro y el Ser Humano es un comportamiento complejo, con múltiples manifestaciones. Por ejemplo, los perros buscan la protección de su dueño cuando se sienten amenazados, o están más tranquilos en nuevas situaciones cuando su dueño está presente, pero muestran signos de estrés en su ausencia. El equipo de Rita Lenkei, de la Universidad Eotvos Lorand en Hungría, se planteó si los lobos adultos intensamente socializados muestran al menos algunos rasgos de esa actitud hacia sus cuidadores humanos.

Los investigadores hicieron experimentos de conducta con lobos criados por humanos y con perros domésticos que vivían con sus respectivas familias humanas.

Una de las pruebas consistía en una separación, en la que los animales fueron dejados solos por su cuidador o por un extraño durante tres minutos en un lugar desconocido para el animal.

«Nos sorprendió la poca diferencia entre el comportamiento de los lobos y el de los perros durante la prueba. Cuando su cuidador, o el dueño en el caso de los perros, estaba presente, ellos estaban más tranquilos y pasaban el tiempo explorando los alrededores y olfateando. Pero cuando fueron dejados por su adiestrador, se estresaron, se quejaron y tiraron de la correa en dirección hacia su escondite. Sin embargo, cuando el desconocido desapareció estos comportamientos apenas surgieron entonces» explica Tamás Faragó, del equipo de investigación.

Aunque la relación perro-humano se asemeja en varios aspectos al vínculo progenitor-hijo, hay que tener en cuenta que en este experimento los animales eran individuos adultos y su cuidador no era el primero que tuvieron. Por tanto, estos resultados plantean la posibilidad de que el origen evolutivo del vínculo humano-perro sea el vínculo social entre los miembros de la manada. Los lobos viven en jaurías y presumiblemente el ancestro común más reciente también vivió en un entorno social complejo similar, lo cual pudo proporcionar una buena base para que los animales desarrollasen habilidades que les permitieron integrarse más fácilmente en los grupos sociales humanos.

Con información de: Noticias de la Ciencia